La semana pasada vi una película que aún sigue rondándome. Quizá por lo profundo, quizá por la genial interpretación, quizá porque simplemente remueve aquello que tratamos de mantener apartado.
La madurez, la vejez, el sentir el sinsentido de los años. Cuando uno advierte que la vida le ha estado pasando y que ha tomado continuamente vías de servicio en vez de ir por la carretera principal...
La película se centra en una familia desestructurada. Wendy es una empleada mediocre de oficina que sueña con poder ser una reconocida escritora de obras de teatro; mientras que su hermano Jon, doctor en filosofía, posee una vida desordenada y experimenta verdadero pavor ante el compromiso.
Sus vidas están completamente desconectadas, hasta que un mensaje en el contestador de Wendy, les recuerda que su padre, ahora con demencia senil, se ha quedado viudo de su segunda esposa y son ellos quienes deben hacerse cargo de él.
A partir de ese momento comienza la acción en la película. Compartir espacios, sensaciones, decisiones. Se abre un verdadero debate moral entre ellos, mientras a su manera tratan de ordenar sus vidas. Lo curioso a fin de cuentas, es que esa unión casual, es la que da sentido a sus vidas; haciéndonos reflexionar sobre la importancia de la compañía frente a la soledad, elegida o no.
1 comentario:
Lo extraordinario de la vida es el conjunto de casualidades que vinculan a la gente, que generan nuevos caminos que recorrer.
La peli consigue reflejar todo ello con bastante claridad.
Publicar un comentario